Las adicciones representan una problemática de salud pública de gran impacto. Tradicionalmente, el concepto de adicción se ha vinculado al consumo de sustancias psicoactivas, como el alcohol, la nicotina, la cocaína o el opio. Sin embargo, en las últimas décadas ha aumentado el reconocimiento hacia las adicciones comportamentales, como el juego patológico, el uso problemático de internet y los videojuegos o las compras compulsivas. Pero, ¿existe alguna diferencia entre estos dos conceptos? ¿Qué particularidades clínicas presentan?
¿Qué son las adicciones a sustancias y comportamentales?
Las adicciones a sustancias se definen como un patrón problemático de consumo de una sustancia que lleva a consecuencias clínicamente significativas, como tolerancia, síndrome de abstinencia, pérdida de control y uso continuado a pesar del daño y/o deterioro (American Psychiatric Association [APA], 2013). Las sustancias pueden ser legales (alcohol, tabaco), ilegales (cocaína, heroína) o de prescripción médica (benzodiacepinas, opioides).
Las adicciones comportamentales hacen referencia a la realización repetitiva y compulsiva de una conducta placentera (como el juego, el sexo o uso de redes sociales), que termina generando disfunción en la vida de la persona. Aunque no implican el consumo de sustancias, comparten características clínicas con las adicciones a sustancias, como el deseo intenso, la pérdida de control, el abandono de tareas importantes y la persistencia a pesar de las consecuencias negativas (Grant et al., 2010).
¿Son lo mismo?
A pesar de sus similitudes clínicas, las adicciones a sustancias y las adicciones comportamentales presentan diferencias neurobiológicas, diagnósticas y terapéuticas. Ambas activan circuitos de recompensa en el cerebro, en particular los sistemas dopaminérgicos del estriado ventral. Sin embargo, mientras que las sustancias pueden producir directamente cambios neuroquímicos, las conductas adictivas lo hacen de forma indirecta, a través de la estimulación conductual (Volkow et al., 2016).
Diferencias entre adicciones a sustancias y comportamentales
Las principales diferencias entre ambos tipos de adicción son las siguientes:
- Agente adictivo: En las adicciones a sustancias, hay un agente químico exógeno; en las comportamentales, la conducta en sí misma es el objeto de adicción.
- Síntomas físicos: Las adicciones a sustancias incluyen tolerancia y síndrome de abstinencia fisiológico, mientras que en las comportamentales estos síntomas son generalmente psicológicos, aunque no se descartan los síntomas fisiológicos.
- Detección y diagnóstico: Las adicciones a sustancias suelen ser más fáciles de identificar debido a marcadores biológicos (análisis toxicológicos). Sin embargo, las comportamentales requieren una evaluación psicológica más exhaustiva y en ocasiones es complicado de detectar por parte del entorno cercano debido a la normalización social de ciertas conductas (uso de redes sociales, pornografía, compras, etc).
¿Qué dice el DSM-5?
El DSM-5 (APA, 2013) introdujo un cambio significativo al reconocer una adicción comportamental: el trastorno por juego (gambling disorder), clasificado junto a los trastornos por consumo de sustancias dentro del capítulo de “Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos”. Este suceso sienta las bases para futuras incorporaciones de otras conductas adictivas como el uso problemático de internet o compras, aunque de momento no están incluidas como trastornos adictivos oficialmente reconocidos, sino en secciones específicas para futura investigación (Conditions for Further Study).
¿Tienen un tratamiento diferente?
El tratamiento de las adicciones a sustancias suele requerir una combinación de desintoxicación médica, psicoterapia, y en algunos casos, farmacoterapia, según la sustancia de consumo. En cambio, las adicciones comportamentales no requieren una fase de desintoxicación física, aunque sí demandan intervenciones psicoterapéuticas intensivas, siendo la terapia cognitivo-conductual (TCC) el enfoque más respaldado por la evidencia científica (Cowlishaw et al., 2012). Sin embargo, en ocasiones sí se requiere de un tratamiento farmacológico debido a la presencia de comorbilidad con otras patologías, como la depresión, la ansiedad o la bipolaridad, entre otras.
En ambas modalidades, el trabajo terapéutico con el entorno familiar, la prevención de recaídas y el abordaje de comorbilidades psiquiátricas son elementos fundamentales del tratamiento.
¿Son más graves las adicciones a sustancias?
Para determinar la gravedad de una adicción, debemos considerar múltiples dimensiones, tales como el deterioro cognitivo y funcional, el impacto en la salud física, el riesgo de mortalidad y el grado de dependencia, entre otras. Por un lado, las adicciones a sustancias suelen tener consecuencias físicas más graves e inmediatas, como daño orgánico, sobredosis y muerte. Por otro lado, las comportamentales pueden presentar aislamiento social, quiebra económica y riesgo suicida (Petry et al., 2014).
Por este motivo no se puede afirmar que un tipo de adicción es más grave que otro. Esto dependerá de cada caso en particular (duración, intensidad, acceso a tratamiento, contexto personal y social), independientemente de la tipología.
Conclusión
Ambos tipos de adicción comparten mecanismos cerebrales y manifestaciones clínicas, pero se diferencian ligeramente en su presentación, diagnóstico y tratamiento. Es crucial conocer estas diferencias para diseñar intervenciones efectivas y reducir el estigma asociado.
Bibliografía
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
Cowlishaw, S., Merkouris, S., Chapman, A., & Radermacher, H. (2012). Psychological therapies for pathological and problem gambling. Cochrane Database of Systematic Reviews, (11), CD008937. https://doi.org/10.1002/14651858.CD008937.pub2
Grant, J. E., Potenza, M. N., Weinstein, A., & Gorelick, D. A. (2010). Introduction to behavioral addictions. The American Journal of Drug and Alcohol Abuse, 36(5), 233–241. https://doi.org/10.3109/00952990.2010.491884
Petry, N. M., Zajac, K., & Ginley, M. K. (2014). Behavioral addictions as mental disorders: To be or not to be? Annual Review of Clinical Psychology, 10, 399–423. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-032813-153739
Volkow, N. D., Koob, G. F., & McLellan, A. T. (2016). Neurobiologic advances from the brain disease model of addiction. New England Journal of Medicine, 374(4), 363–371. https://doi.org/10.1056/NEJMra1511480