Nutrición y adicciones: una relación esencial en el abordaje terapéutico

Tradicionalmente, el tratamiento de las adicciones ha estado centrado en el abordaje psicológico, médico y social del paciente. No obstante, en los últimos años ha surgido un creciente interés por el papel que desempeña la nutrición en el desarrollo, mantenimiento y recuperación de las adicciones. Aunque históricamente se ha subestimado esta relación, la evidencia científica actual demuestra que las adicciones provocan alteraciones significativas en el estado nutricional, y que una intervención dietética adecuada puede potenciar los resultados terapéuticos (Tessari et al., 2013).

Impacto de las adicciones en el estado nutricional

El consumo crónico de sustancias psicoactivas, como alcohol, cocaína, cannabis, opiáceos o estimulantes, afecta negativamente a la ingesta, absorción, metabolismo y almacenamiento de nutrientes. En muchos casos, el consumo de drogas desplaza la alimentación como fuente primaria de energía y placer, dando lugar a dietas desequilibradas o insuficientes (Addolorato et al., 1998).

Además, muchas sustancias inducen alteraciones gastrointestinales, como náuseas, vómitos o diarreas, que comprometen la absorción de macro y micronutrientes. A nivel metabólico, también se han observado alteraciones hormonales que afectan la regulación del apetito, el metabolismo basal y el equilibrio glucémico (van der Valk et al., 2019).

Malnutrición, déficits vitamínicos y alteraciones metabólicas comunes

Las adicciones se asocian frecuentemente con cuadros de malnutrición energético-proteica, especialmente en consumidores de alcohol y opiáceos, aunque depende de la sustancia de consumo, la cantidad, la frecuencia y otros factores individuales de la persona. Esta situación se ve agravada por el estilo de vida desorganizado, el deterioro socioeconómico y la comorbilidad psiquiátrica que acompaña a muchas adicciones (World Health Organization [WHO], 2016).

Uno de los déficits más documentados es el de tiamina (vitamina B1), especialmente en pacientes con alcoholismo crónico, lo cual puede derivar en encefalopatía de Wernicke o síndrome de Korsakoff. También se observan niveles bajos de ácido fólico, vitamina B12, zinc, magnesio y vitamina D, nutrientes esenciales para el funcionamiento neurológico, inmunitario y metabólico (Molfino et al., 2010).

Asimismo, se ha descrito una alteración en la microbiota intestinal en personas con adicciones a sustancias, lo cual no solo afecta la digestión y absorción, sino también la regulación del eje intestino-cerebro, implicado en los mecanismos de recompensa y estrés (Kiraly et al., 2016).

La integración de la nutrición en los tratamientos de adicciones

La evidencia sugiere que la mejora del estado nutricional y la intervención dietética personalizada pueden mejorar significativamente el pronóstico de los pacientes con adicciones. La desnutrición, además de comprometer la salud física, también aumenta el riesgo de recaídas al exacerbar síntomas depresivos, ansiedad, fatiga y dificultades cognitivas, interfiriendo con la adherencia al tratamiento psicoterapéutico (Zuccarini et al., 2021).

Incorporar la evaluación nutricional como parte del diagnóstico integral permite identificar carencias y diseñar planes de alimentación que restablezcan el equilibrio bioquímico del organismo. La educación nutricional, por su parte, empodera al paciente, favoreciendo hábitos saludables que contribuyen a su recuperación.

Programas que incluyen a dietistas-nutricionistas dentro del equipo terapéutico han demostrado ser más eficaces en la mejora del bienestar general, la prevención de recaídas y la reducción de síntomas asociados como el insomnio, la irritabilidad o el craving (Martínez-Raga et al., 2019).

Conclusión

La relación entre nutrición y adicciones sigue siendo un aspecto infravalorado en muchos entornos clínicos, a pesar de su relevancia científica y terapéutica. La malnutrición y los déficits nutricionales son frecuentes en pacientes con adicciones y tienen un impacto directo en la evolución del trastorno. Integrar el abordaje nutricional en los programas de tratamiento ayuda a garantizar una recuperación más completa, estable y sostenible.

Los profesionales de la psicología y la salud mental deben incorporar esta dimensión en sus intervenciones, ya sea mediante formación específica o trabajo interdisciplinar con expertos en nutrición clínica.

Bibliografía

Addolorato, G., Capristo, E., Greco, A. V., Stefanini, G. F., & Gasbarrini, G. (1998). Malnutrition in alcoholics: its pathogenesis and clinical significance. Alcohol and Alcoholism, 33(4), 302–312. https://doi.org/10.1093/alcalc/33.4.302

Kiraly, D. D., Walker, D. M., Calipari, E. S., Labonté, B., Issler, O., Peña, C. J., … & Nestler, E. J. (2016). Alterations of the host microbiome affect behavioral responses to cocaine. Scientific Reports, 6, 35455. https://doi.org/10.1038/srep35455

Martínez-Raga, J., Rubio, G., Rodríguez-Martínez, A., & Míguez, M. C. (2019). Bases para la inclusión del abordaje nutricional en el tratamiento del trastorno por uso de sustancias. Revista de Psiquiatría y Salud Mental, 12(2), 78–88. https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2018.04.003

Molfino, A., Imbimbo, G., Laviano, A., & Rossi Fanelli, F. (2010). The role of nutritional support in detoxification and withdrawal management of drug-addicted patients. Current Drug Abuse Reviews, 3(2), 110–114. https://doi.org/10.2174/1874473711003020110

Tessari, P., Barazzoni, R., & Zanetti, M. (2013). Protein metabolism in drug addiction. Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, 16(3), 276–280. https://doi.org/10.1097/MCO.0b013e32835f2ff6

van der Valk, E. S., Savas, M., van Rossum, E. F. (2019). Stress and Obesity: Are There More Susceptible Individuals? Current Obesity Reports, 8(2), 193–203. https://doi.org/10.1007/s13679-019-00344-y

World Health Organization. (2016). Management of substance abuse: Health consequences of drug abuse. https://www.who.int/substance_abuse/facts/en/

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